Permaneceré fiel
empujando día tras día
al viejo muro del silencio,
a la espera de que una brisa ligera
me despierte de este trágico tedio
que enfrenta y separa.
En el que nada ocurre
y todo es lo mismo.
-La tarde es ancha,
gira la luz hacia el centro del ser,
no hay escapatoria.
El aire se abre paso desnudando a los árboles.
¡Esta calma dorada, a veces, me engaña!
Me sentaré en la madrugada
con los ojos prendidos de lluvia,
rodeada de mucha esperanza,
-tal como soy-,
con estas nubes que se suceden.
Desde mi personal estancia de invierno,
dejaré mucho margen
para lo posible
y no caer en la desnudez
de la derrota…
-Hay esencias que quedaron sólo para la nostalgia.
Iré tejiendo mariposas azules
amparadas por esta hermosa soledad
de delicada brisa,
ahora que la quietud
me trae el perfume de un paisaje
inminentemente impersonal.